Esclavitud del Siglo XXI

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            Llenas están las instituciones con gente que busca una mejor situación de vida, lejos estamos de eso. Allí dónde soñamos las maravillas, suele ser las descripciones Dantesca del infierno. Obligados por nuestros sistemas a esclavizados por salarios de hambre emprendemos un viaje oneroso, el cual pintamos de hermosos amaneceres y bellos lugares, cuya pintura disimula el mal momento que pasamos. No trato de hacer este comentario testimonio personalísimo en vista de que algunos mentimos para hacer creer a los nuestros de lo bien que la estamos pasando. Pudiera alguno decir que no le ha pasado igual, pero a mi parecer cada uno arrastra la cruz a su manera. Estos lugares son unas cuevas de peligros, dónde abunda la colaboración hipócrita, la cual termina quitando parte y más de lo que nos hemos ganado contrabajo. Ninguno he sabido que sea bañado por la bondad de alguno, sufrido y llorado, acosados y perseguidos, estigmatizados y sucumbidos por sociedades en las que los derechos son impuestos por una ley esclava, nadie la regula, menos fueron creadas para nosotros, es una aparte triste del mundo que se creía civilizado.

            Nosotros los desesperados y a la vez ilusionados tomamos ese destino por los cuernos queriendo cambiar todo aquello que no estamos dispuestos a soportar, esta esclavitud no sólo la vivimos los venezolanos, sé que en un rincón apartado del mundo te encuentras con un ser humano luchando por encontrar manejar el timón en su favorable dirección. No hay culpables luego de haber partido, los culpables se quedaron atrás, sepultados en los cementerios dónde se guarda el pasado, todo lo que no hemos podido cambiar por pertinaz que resultan algunas situaciones. Vidas cortadas antes de tiempos, obligados algunos a madurar antes que sea el momento, sin lágrimas y dispuestos a lavar los trapos sucios producto de un centenar de caídas.

            Enfrentar sabiendo que eres esclavo, que hay lugares del mundo dónde un fregador de platos puede ser un buen doctor, aquel ingeniero en su país, hoy es aprendiz, un limpiador de pisos tiene un grado de maestro, el repartidor se graduó de contador en su lugar. Cada uno cumplió con los requisitos exigidos para obtener su profesión. Debemos querer cambiar nuestra forma de mirar el futuro, hemos sido suelo dónde se escribe la ley humana, esa que a nadie ampara y nos conmina a seguirla, porque no hacemos el mundo para los seres humanos, lo creamos para cultivar esclavos como si fueran jardines y ellos serían los frutos.

            Sometidos a constantes cambios, nos hemos vuelto masa modelable a cada circunstancia que nos perjudica, más bien la virtud se desenvuelve entre los escombros del lugar que habitamos, la misión no hace a un mejor hombre, lamentable se ha perdido. El mundo que queremos nos obliga a vencernos a nosotros mismo, a querer hacer más allá de lo que existe, trocar los caminos hacia lugares más humanos. Que nuestros viajes se conviertan en triunfo y aquello que una vez fue el muro que sostuvo los sueños, sea derribado por nuestra voluntad y deseo. Que sepamos interpretar cada día ese sueño que acompaña el esfuerzo del mundo realizable, y podamos andar en las fronteras de las igualdades. Borrando así el estigma de desagrado que dibuja la realidad de un mundo desigual. Comprendamos que sólo los hombres y mujeres que exigimos entrar al mundo dónde la prosperidad forma parte del trabajo y los fracasos formaran parte de un pasado.

Que nuestra memoria guarde todo lo que hemos vivido y contemos a nuestros hijos como fue posible construir el mundo, en base a nuestras necesidades plurales y no, a individualidad que no trajeron más que pobreza. Nuestra prioridad sea condiciones que alienten a las personas a seguir trabajando, mientras vamos en conjunto creciendo. Cada uno desde su lugar exigiendo a quienes manejan las leyes, a que contribuyan al fortalecimiento de nuestra tierra. No puede ser una ilusión aquello que construye una mejor casa, para que habiten los seres que este mundo construimos, somos la parte fundamental por la que se llame así. Hemos sido polvo de esa tierra que por nuestra sangre corre y no podemos callar, cuando patentes se ven tantas desigualdades.  

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